La escritora Liliana Heker presentó su reciente y última obra literaria «Noticia sobre el iceberg» en la Feria del Libro, que se desarrolló en La Rioja, hasta el último sábado. Heker con la guía de Florencia Gutelman habló de su novela, protagonizada por Greta, y a partir de ella de su trayectoria y del compromiso que los escritores y escritoras asumen ante la realidad que los rodea.
Las preguntas claves de Gutelman para presentar la última obra de Heker , entre los más de veinte que reúne entre cuentos, ensayos y novelas, ayudaron a ver la esencia de la novelista quien también brindó las palabras en el acto inaugural de la Feria del Libro.
En los siguientes párrafos un resumen de la presentación de la reconocida narradora argentina, quien comenzó a los 16 años publicando sus cuentos en la revista «El grillo de papel», dirigida por Abelardo Castillo.
Greta es la protagonista de «Noticia sobre el iceberg» y entre comentarios sobre ella que nos adentró en la novela, también fuimos conociendo a su autora, a Liliana.
Florencia Gutelman: La cabeza de Greta no para nunca ¿vos sos así?
Liliana Heker: Si, mi cabeza funciona bastante, sigue funcionando a los 81 años, para los que temen que algo se deteriore, no se deteriora nada. Hay ciertas búsquedas premeditadas en una novela, hay hallazgos fortuitos que funcionan. A mí se me metió la conciencia continua, que es de Greta, bastante loca, libre, problematizada.
F.G.: La memoria es fundamental en el proceso de creación, además se le cuela Marcos, el chico que le hace la entrevista, se le cuela Albertina, se le mete en la conciencia a Greta una hiperconciencia a la que en la novela se llama la enana jodida, continuamente interviene y cuestiona el fluir de conciencia de Greta, me encanta la polifonía, que aparezcan varias voces, y sobre todo varias voces internas.
L.H.: Algo que me gustó mucho hacer en esta novela, me encanta contar el proceso creador de mis propias obras. ¿Qué es lo que me llevo a escribirlo? En esta novela me doy un gustazo qué es nuevo para mí, es contar el proceso, la historia, la escritura de novelas que no están escritas y que son las novelas de Greta. En algún momento del proceso tan complejo que fue la escritura de esta novela se me ocurrió que una manera de contar la historia de Greta era contar las historias de sus dos novelas, las que han tenido muchísimo éxito, una a los 22 años y la otra a los 42. Al contar esas historias de como lo escribió, que dificultades, estoy contando parte de la historia de Greta y me gustó contar el proceso de escritura de novelas que yo no escribo. Esas novelas que escribe Greta son novelas que yo no pude escribir. Debo decir que en mis tiempos en que leía a mis 18 años varios de los jóvenes escritores de mi generación, eran jóvenes escritores varones. Lo que yo no pude escribir, Greta si lo puede escribir.
Yo leí mucho a Thomas Mann, otro de mis escritores fundantes me fascina, cuando leí «Las confesiones del estafador Felix Krull» me maravilló, una novela de aventura, entonces yo quiero escribir una novela de aventura con una protagonista muy transgresora, entonces se me ocurrió una prostituta que elige serlo. Con los años nunca necesité escribir esa novela, pero se ve que Greta mi personaje si y escribe esa novela.
F.G.: El iceberg, título del libro, ¿da respuesta a Hemmingway?
La idea de Hemmingway sigue siendo fundamental para todas aquellos que escribimos cuentos. En un cuento, en un iceberg emerge una parte, el 30 por ciento, pero sostiene ese 70 por ciento que tiene sumergido, uno lee un cuento, pero te vas con lo que se dice, uno va vislumbrando por eso hay cuentos que a uno les encanta y le queda para siempre en su memoria esa idea maravillosa.
F.G.: Lo que descubre Greta es que el iceberg tiene más posibilidades no solo la que encontró Hemingway, sino que tiene una nueva posibilidad por eso la novela se llama «Noticias sobre el iceberg» ¿tiene algo nuevo que decir sobre el iceberg?
L.H.: Uno siempre tiene la posibilidad de cambiar su forma, hay algo esencial, una cambia con los años, es una hermosa posibilidad, tengo 81 años hemos ido descubriendo cosas y cambiando y eso es una posibilidad y es algo que Greta hace en el Calafate, en un encuentro que tiene con un iceberg.
El tema de la novela es la metamorfosis del deseo. El 9 de febrero de 2020 justo antes de que comenzara la pandemia yo había publicado el libro «La trastienda de la escritura», no ficción, ahí dije ahora quiero escribir a Greta y es ahí donde tomo la decisión de escribir una novela, que no fue tan simple como se cuenta, sino que fue un proceso muy complejo de vida, la pandemia, pasaron cosas muy terribles en el medio de todo eso y yo seguía avanzando con la novela.
F.G.: ¿Para que escribimos?
L.H.: Querer darle un sentido, quien escribe lo hace porque necesita escribir, cuando yo empecé a escribir era muy chica, tuve que escribir la primera composición aburridísima en el colegio, escribía versos, después poemas de amor a los 13 años, me acuerdo cuando tenía 15 años fue cuando los universitarios salimos en defensa de la ley 1420, de enseñanza gratuita, laica y obligatoria, recuerdo que me resultaba muy fácil escribir un texto larguísimo en contra de la religión. Que es lo que me llevó, no me pregunté para qué necesitaba escribir, lo que no podía expresar de una manera lo expresaba escribiendo, ¿por qué? ni me lo pregunté. Después viene el oficio, la necesidad de reunirse con escritores, en mi fue la necesidad de empezar a trabajar en la revista, ahí se escribían cuentos y ahí empecé a escribir cuentos y me metí realmente en la literatura. Yo escribo para cambiar el mundo sinceramente no. Para mi la literatura fue y sigue siendo fundamental en mi vida. La literatura, escritores, para mi son los otros, yo me siento escritora cuando estoy escribiendo, pero necesito continuamente leer. Para escribir hay que tener enemistades, vanidades, soberbias, iluminar ¿por qué cambiar el mundo? la literatura ya está completa sin mí, para que me necesitan, si vos te pones a pensar yo necesito escribir para que. El punto del iceberg es saber escribir, el mundo de la escritura estaba completo sin mí, hay que saberlo eso. Me metí en ese mundo porque era lo que me fascinaba era lo que me gustaba hacer, yo estudié física, el pensamiento matemático siempre me resultó fácil y grato.
Nunca me hubiese imaginado a los 70 años redactando una novela jamás, marca el miedo al fracaso, cuando se es muy joven se sueña demasiado alto, también está el miedo al fracaso y ahí aparece en mi novela el tema del fracaso y aparece de manera muy recurrente va atenuándose esa obsesión, pero si cuando escribo a Greta aparece ese tema.
No es una autobiografía. La vida Greta es totalmente distinta de la mía. Yo digo que a mí me acompañan los tres signos de fuego que fueron fundamentales en mi vida. Greta no tuvo una hermana como mi hermana, una hermana mayor que yo, muy presente, muy inteligente, yo tenía seis años y ella 12 años. Estuvo muy presente en mi infancia y primera adolescencia.
Entre risas anécdotas Heker nos adentró en su niñez y adolescencia y en sus inicios como escritora..
L.H.: Cuando yo tenía 16 años lo conocí a Abelardo Castillo, gran escritor, él tenía 24 años, me propuso entrar a la revista, fue mi gran amigo, fue una experiencia que me marcó para siempre y tampoco tuvo Greta un compañero de vida como el mío que es fundamental en mi vida, mi hermana de Leo, Abelardo de Aries y Ernesto de Sagitario, tres signos de fuego.
La pregunta de si es una autobiografía, hay algunos episodios de mi propia vida, pero la vida de Greta es totalmente diferente a la mía. No hice una autobiografía, pero el personaje de Greta se parece mucho a mí.
F.G.: La importancia de la memoria también se refleja en esta novela.
L.H.: De verdad yo tengo mucha memoria, los que me conocen lo saben, tengo recuerdos desde los tres años y puedo reconstruir, tengo muchísima memoria y para mí es un componente fundamental en la escritura. A veces la memoria aparece cuando estoy recordando ciertos acontecimientos y a veces son pequeñas situaciones que se cruzan que tienen que ver con lo que estoy buscando que de pronto te traen personajes y escenas y aparecen. No me concibo sin memoria, tengo muchas virtudes, es una herramienta para mí la memoria, puedo pensar como una estrategia, puede entender ciertas cosas.
F.G.: Aparece la ideología que le da forma a toda tu literatura
L.H.: Yo lo creo fundamentalmente, después es algo esencial que comienza cuando sos muy chico que te conmueve. A los 12 años yo leí «Los miserables» no sabía que era ideología, ni que era opción, pero yo sé que ahí opté ideología. Uno sabe de qué lado de la realidad está absolutamente. Un cuento de Andersen “La niña de los fósforos”, de esa nena, la vendedora de cerrillas, desde adentro las familias festejan la navidad, enciende fósforos para crear su propia navidad y se muere, yo leí ese cuento cuando era chica y me conmovió y me sigue conmoviendo hoy. Yo creo que así se va formando el corazón de la ideología, después uno puede seguir con eso y darle forma.
Mi generación fue una generación muy ideologizada y muy politizada y que los escritores nos sentíamos en general responsables, no solo de nuestra literatura, en la revista siempre hablábamos de dos compromisos, siempre creímos que hay un compromiso con la realidad que uno vive, es decir los años 60 eso era natural, es decir, tomábamos partido, la revista nuestra tomaba partido, la revista ha salido durante la dictadura, para mi es una responsabilidad que no quiero de ninguna manera eludir y de pronto me descubrí en esa realidad pavorosa nacional que estamos viviendo, donde se ataca la cultura, todo lo que nos constituye como seres humanos porque me importan que los chicos se mueran de hambre, el estado es uno. En enero de este año me propusieron una clase abierta en la plaza Congreso y fui porque sentí que ante circunstancias que estamos viviendo tenemos que salir. Los que tenemos una voz, los escritores, se está perdiendo, todo aquel que tiene una voz y puede ser escuchada, si realmente, considero que es una resistencia.
Yo me encontré casi a los 81 años en la plaza Congreso que me recordaba que en esa misma plaza cuando tenía 15 años con guardapolvo blanco hablándole a la gente, explicándoles porque los estudiantes estábamos haciendo huelga, que estábamos defendiendo la ley de enseñanza gratuita, laica y obligatoria. Mi idea es esa que la palabra no solo sirve para construir novelas, cuentos y poemas, sino que sirve como una herramienta inmediata. Uno puede estar años escribiendo una novela, va a dialogar con gente que a lo mejor uno no llega a conocer nunca, pero hay realidades que necesitan nuestras palabras creo que somos responsables por nuestra palabra y acción.