«Angelelli era un hombre sencillo y entregado, un hombre de pueblo»

Así trascendió monseñor Enrique Angelelli en la vida de otra gran luchadora como Marcela Brizuela de Ledo, Madre de Plaza de Mayo, filial La Rioja, quien el jueves homenajeó a monseñor al cumplirse 46 años de su asesinato en manos de la última dictadura cívico militar.

Las actividades conmemorativas organizadas por Madres Plaza de Mayo consistieron  en una radio abierta y la tradicional vuelta de los jueves alrededor de la plazs 25 de Mayo.

Al termino de las actividades, Marcela habló con la prensa de este nuevo aniversario del asesinato de Angelelli señalando que «por suerte hay un grupo de riojanos que todavía lo tenemos presente, sus enseñanzas, su compromiso, su gran ejemplo de pastor, fue realmente un gran sacerdote, un buen hombre de pueblo, es por eso que nosotros desde que somos filial, los 4 de agosto siempre hacemos el homenaje que se merece monseñor».

Asimismo, Marcela hablando de este presente y de la vigencia del mensaje de monseñor Angelelli dijo que «insto a los jóvenes a quienes tenemos que explicarles quien fue y porque no está y porque no están los 30 mil».

Consideró que «todos saben porque no están, porque ellos querían un mundo nuevo, una sociedad igualitaria, la repartija  que sea igualitaria, querían que no haya diferencia entre unos y otros, eso es lo  que él nos enseñó por eso  tenemos por lo menos tenerlo presente».

Al recordar las vivencias compartidas con monseñor, Marcela dijo que «fui integrante de la Pastoral de Familia de la pastoral de monseñor. Recuerdo que era un hombre  sencillo,entregado y tan de pueblo».

Marcela se definió como una «militante de la iglesia» y recordó su experiencia de joven en la  Acción Católica de la Catedral, luego al  casarse vivió en el barrio Ferroviario. «Cuando fuimos ahí no había nada, no había catequesis, no había iglesia» contó y recordó que «fue una señora a buscarnos y queríamos integrar la Legión de María, nos informamos, eramos como 20 mujeres y empezamos a trabajar, a catequizar, a visitar casa por casa, preguntando si había quien tome la primera comunión, quien llame al sacerdote para un buen morir, y empezamos a trabajar para conseguir la primera Capilla, que es la Capilla del Espíritu Santo». «Ya monseñor estaba, el primer párroco lo nombró Angelelli, que fue el padre Antonio Gil y un irlandes porque en ese momento como monseñor era como un signo, hubo gente, religiosas, sacerdotes de todas partes» agregó.

Marcela nostálgica y a la vez orgullosa de haber compartido algunos años de su vida con la pastoral de Angelelli recordó otra anécdota: «Monseñor no se perdía las fiestas patronales de los pueblos recuerdo que en una de ellas él se desapareció, no sabía dónde estaba y al encontrarlo estaba  con los parroquianos pelando una cabeza guateada que la habían hecho con cuero. Ahí era uno más del pueblo».

Para finalizar, en este 46 aniversario del asesinato de Angelelli, reflexionó que su mensaje para la sociedad es que «necesitamos estar unidos, no pensar que uno va más adelante, y que otros estamos quedando atrás, todos vamos en el mismo camino unos llegan primero y otros seguimos andando».

«A mi lo que me queda de vida, tengo 91 años quiero aprender más de lo que hasta ahora aprendí», concluyó.

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